miércoles, 14 de marzo de 2012

Donicela, denosiña, dona, doniña, farridiña, adelociña, delonciña, delosiña, donosiña, dona das paredes.



Segundo a mitoloxía galega, a donicela é un animal velenoso, o seu veleno fai un efecto instantáneo. Por iso, di o refrán: "Se te morde a donicela busca camisa para a terra".

Morde sempre no pescozo ás vítimas. Atráena as roupas vermellas. As cabras e as vacas criando deixan de dar leite se as morde no ubre. Hai que tratala con moito respecto, pois é vingativa e persegue aos que a difaman.
Sábese que noutros tempos a donicela facía de gato e vivía nas casas cos humanos, pero sempre andaba argallando entre os cacharros e rompía toda a louza.

Na mitoloxía greco-latina conta Ovidio na Metamorfose (IX, 280-323)

Cando Alcmena estaba embarazada de Hércules, Xuno, a celosa esposa de Xúpiter, tentou evitar que este nacese. Os seus plans foron frustrados por Gálantide, a serva de Alcmena, quen dixo a Xuno que o neno xa nacera. Xuno, por enganala, transformouna nunha donicela.

Así o conta Alcmena:

"Galántide pertencente ao vulgo, de loura cabeleira, activa no desempeño das miñas ordes e a miña predilecta polos seus servizos. Advertiu ela que algo ocorría por obra da hostilidade de Xuno, e ao saír e entrar con frecuencia pola porta, viu á deusa sentada no altar e apertando sobre os xeonllos os brazos cos dedos entrelazados, e díxolle:
"Quenquera que sexas, felicita á miña señora. A Argólida Alcmena está libre, deu a luz e ve cumpridos os seus anhelos".
A deusa que manda na matriz deu un salto, e sobresaltada deixou soltas as mans: unha vez soltadas ligaduras, tamén eu quedei libre. Dise que Galántide riu ao ver burlada á divindade. Mentres ría colleuna a cruel deusa polos cabelos e arrastrouna; querendo ela levantar da terra o corpo, a deusa impediullo e cambiou os seus brazos en patas dianteiras. Subsiste na súa antiga actividade; tampouco as súas costas perderon a cor que tiñan; a súa forma é diferente da anterior. E por axudar a unha que está a parir con boca mentireira, pare pola boca e habita no noso domicilio como tamén antes o facía".





Versión en castelán


Según la mitología gallega la comadreja es un animal venenoso, su veneno hace un efecto instantáneo. Por eso dice el refrán: "Si te muerde la comadreja busca camisa para la tierra".

Muerde siempre en el cuello a las víctimas. La atraen las ropas rojas. Las cabras y las vacas criando dejan de dar leche se las muerde en las ubres. Hay que tratarla con mucho respeto, pues es vengativa y persigue a los que la difaman.
Se sabe que en otros tiempos la comadreja hacía de gato y vivía en las casas con los humanos, pero siempre andaba enredando entre los cacharros y rompía toda la loza.

En la mitología greco-latina cuenta Ovidio en la Metamorfosis (IX, 280-323)

Cuando Alcmena estaba embarazada de Hércules, Juno, la celosa esposa de Júpiter, intentó evitar que éste naciera. Sus planes fueron frustrados por Gálantide, la sierva de Alcmena, quien dijo a Juno que el niño ya había nacido.Juno, por engañarla, la transformó en una comadreja.

Así lo cuenta Alcmena:

"Galántide perteneciente al vulgo, de rubia cabellera, activa en el desempeño de mis órdenes y mi predilecta por sus servicios. Advirtió ella que algo ocurría por obra de la hostilidad de Juno, y al salir y entrar con frecuencia por la puerta, vio a la diosa sentada en el altar y apretando sobre las rodillas los brazos con los dedos entrelazados, y le dijo:
"
Quienquiera que seas, felicita a mi señora. La Argólida Alcmena está libre, ha dado a luz y ve cumplidos sus anhelos".

La diosa que manda en la matriz dio un brinco, y sobresaltada dejó sueltas las manos: una vez soltadas ligaduras, también yo quedé libre. Se dice que Galántide se rió al ver burlada a la divinidad. Mientras reía la cogió la cruel diosa por los cabellos y la arrastró; queriendo ella levantar de la tierra el cuerpo, la diosa se lo impidió y cambió sus brazos en patas delanteras. Subsiste su antigua actividad; tampoco su espalda ha perdido el color que tenía; su forma es diferente de la anterior. Y por haber ayudado a una parturienta con boca mentirosa, pare por la boca y habita en nuestro domicilio como también antes lo hacía".

lunes, 12 de marzo de 2012

Seremos quen os traballadores de sacarlle o gas ao sacristán




Isto vai sobre os tempos que estamos a vivir, e eu digo:


Quizais xa non haxa estopas, mais gas aínda queda, e xa vai sendo hora que os traballadores deste país suban ao tellado a buscalo.

Un domingo, o crego dunha aldea mandoulle ao sacristán que collese un cuartillo de gas e unhas poucas estopas e, cando estivese el predicando, que ía tratar sobre o inferno, rubise ao tellado quitase unha tella e, polo buraco, fose botando pouco a pouco estopas ardendo.

Principiou o crego o sermón, e o sacristán a botar de cando en cando estopas acesas. E o crego dicía:

-Mirade, ata o demo sabe que estamos falando do inferno!

Seguiu co sermón e, de alí a pouco, advertiu que as estopas ardendo xa non caían. Daquela berrou:

- Anda satán, segue botando mostras do teu lume eterno!

E o sacristán, que rematara coas estopas, respondeu.

-Gas aínda hai, señor cura, mais as estopas xa se acabaron!


Contos populares. Ed. Galaxia



Versión en castelán

Esto va sobre los tiempos que estamos viviendo, y yo digo:

Quizás ya no haya estopas, pero gas aún queda, y ya va siendo hora que los trabajadores de este país suban al tejado a buscarlo.


Un domingo, el cura de una aldea le mandó al sacristán que cogiera un cuartillo de gas y unas pocas estopas y, cuando estuviera él predicando, que iba a tratar sobre el infierno, trepara al tejado quitara una teja y, por el agujero, fuese echando poco a poco estopas ardiendo.

Comenzó el cura el sermón, y el sacristán a echar de cuando en cuando estopas encendidas. Y el cura decía:

-Mirad, hasta el diablo sabe que estamos hablando del infierno!

Siguió con la plática y, al poco tiempo, advirtió que las estopas ardiendo ya no caían. Luego chilló:

- Anda satanás, sigue echando muestras de tu fuego eterno!

Y el sacristán, que había terminado con las estopas, respondió.

-Gas aún hay, señor cura, pero las estopas ya se acabaron!

Contos populares. Ed. Galaxia