miércoles, 13 de enero de 2010

Desvaríos dun día de choiva


Pais galegos, podedes crerme, esta mazá évos o DECRETO, aínda que parece moi boa, a cara que non se ve está podre e picada polo BICHO.

Facédeme caso, a lingua que máis se fala no mundo teño entendido que é o chinés pedide que aos vosos fillos lles impartan as clases de matemáticas en chinés, se non acaban sendo políticos de seguro que poderán entender aos que rexentan as tendas chinesas que teñen a virtude de volverme louca cos berros que meten entre eles e é imposible saber se falan do cliente ou falan do tempo ou se insultan entre eles.



Estes son algúns versos do poema "Introdución" de "Aires da miña terra" de Manuel Curros Enriquez.


Curros comeza o poema preguntándose por que escribir en galego, cando polo progreso todo tende á unidade e as distintas linguas, tarde ou cedo acabarán todas nunha. Nos siguintes versos mostráse convencido que ese idioma universal pracenteiro e docísimo como unha noite de luar.


Será—¿que outro senón? será o galego.
Fala de miña nai, fala harmoniosa,
en que o rogo dos tristes rube ó ceo
e en que descende a prácida esperanza
ós afogados e doridos peitos;

Fala dos meus avós, fala en que os parias,
de treboa e po e de suor cubertos,
piden á terra o gran da cor do sangue
que ha de cebar á besta do laudemio...

...

Idioma en que garulan os paxaros,
en que falan os anxos ós nenos,
en que as fontes saloucan e murmuran
entre as folladas árbores os ventos;

...

Fecundo nume do único Rei sabio
que no solio de España tivo asento,
arpa inmortal da doce Rosalía,
do infortunado Añón himno postreiro:

Ti non podes morrer... ¡Iso quixeran
os desleigados que te escarneceron!
mais ti non morrerás, Cristo das linguas,
non, ti non morrerás, ouh Nazareno!

...

No teu nome, por terras e por mares
ofrecerei paz e saúde ós enfermos,
falareilles da patria ós desterrados,
de liberdade e redención ós servos.

Anunciarei o día do teu triunfo

por cidades e vilas e desertos,
e se por te anunciar me apedrearen,
¡inda ó morrer te mentarán os meus beizos!

Está transcrito coas normas ortográficas e morfolóxicas ACTUAIS da RAG



Versión en castelán


Padres gallegos, podéis creerme, esta manzana es el DECRETO, aunque parece muy buena, la cara que no se ve está podrida y picada por el GUSANO.

Hacedme caso, la lengua que más se habla en el mundo, tengo entendido, que es el chino pedid que a vuestros hijos les impartan las clases de matemáticas en chino, si no acaban siendo políticos, siempre podrán entender a los que regentan las tiendas chinas que tienen la virtud de volverme loca con los gritos que meten entre ellos y es imposible saber si hablan del cliente o hablan del tiempo o se insultan entre ellos.


Estos son algunos versos del poema "Introducción" de "Aires da miña terra" de Manuel Curros Enriquez.

Curros comienza el poema preguntándose por qué escribir en gallego, cuando por el progreso todo tiende a la unidad y las distintas lenguas, tarde o temprano acabarán todas en una. En los siguintes versos se mostrará convencido que ese idioma universal, placentero y dulcísimo como una noche de luz de luna.

Será -¿qué otro sino?- será el gallego.

Habla de mía madre, habla armoniosa,
en que el ruego de los tristes sube al cielo
y en que desciende la plácida esperanza
a los ahogados y doloridos pechos;

Habla de mís abuelos, habla en que los parias,
de tormenta y polvo y de sudor cubiertos,
piden a la tierra el grano del color de la sangre
que ha de cebar a la bestia del laudemio...

...

Idioma en que gorjean los pájaros,

en que hablan los ángeles a los niños,
en que las fuentes gimen y murmuran
entre los frondosos árboles los vientos;

...

Fecundo numen del único Rey sabio
Que en el solio de España tuvo asiento,
Arpa inmortal de la dulce Rosalía,
Del infortunado Añón himno postrero:

Tu no puedes morir... ¡Eso quisieran
los descastados que te escarnecieron!
mas tu no morirás, Cristo de las lenguas,
no, tu no morirás, oh Nazareno!

...

En tu nombre, por tierras y por mares.
ofreceré paz y salud a los enfermos,
les hablaré de la patria a los desterrados,
de libertad y redención a los siervos.

Anunciaré el día de tu triunfo
por ciudades y villas y desiertos,
y se por anunciarte me apedrearen,
¡todavía al morir te nombrarán mis labios!