martes, 17 de noviembre de 2009

Fábula "O demo burlado"



O acivro está repleto de froitos

As follas úsanse como laxantes, e o froito é unha baga carnosa, dunha viva cor vermella, de entre 7 e 10 mm de diámetro, e contén catro sementes duras; son velenosos para o home, aínda que os usan como purgantes ou eméricos. O acivro tamén é bo como diurético e contra a bronquite, a reuma e a artrite. Tamén se utilizou no tratamento das frieiras.

Segundo o Padre Sobreira, os manciñeiros utilizaban o acivro para curar o torzón (cólico) dos cabalos, dándolles pequenos golpes cunha variña de acivro. E a tal fin vendíanse xa preparadas nas feiras da Ascensión e do Apóstolo en Santiago. Din que o remedio é tan eficaz que abonda con só tocarlles na pel para que o cabalo se poña a mexar de contado.
Noutra entrada falo tamén do acivro




Zinnia en novembro aínda loce así de fermosa




A un bo labrego que decruaba certa leiriña para sementala, díxolle o demo, que o contemplaba:

-Ei!, bo amigo, do que traballas, cando recollas, sen que me fagas favor, a metade tes que entregarma.

-Mais, con que dereito ti me reclamas iso?", —o labrego, que os bois parara, pregunta ao demo.

-"A cousa é clara —respóndelle este— de canto abarcan do mundo os ollos, tende a mirada!, a metade ninguén pode negarma"

—Ben, pois —tomando de novo a fala o bo labrego dille: Das plantas o que se esconden na terra escrava dareiche, estamos?

—Vaia, home, vaia! -ríndose o demo, di: Non pensaba que tan de parvo che tiña a cara. Meu bo amigo, iso é o que gardas para ti.

—Pois sexa, xa que che agradadixo o labrego con moita calma.

E en canto o demo revira as cosas, sementa nabos. O froito apaña, deixando as follas no campo estradas, por si o dos cornos quere apañalas.

Outra colleita vén, e á cobranza volveu o demo, que mala cara poñendo, di: Xa non me enganas, como fixeches da vez pasada, co que se encerre na terra, pagas!."

E entón o astuto labrego a trampa seguindo, trigo na terra lanza, no tempo colle o gran e máis a palla, deixando ao demo só o raizame.

Que, évos da astucia a forza tanta, que, ben o vedes, ao demo engana.

Bibliografía: Fábulas Galaico-Castellanas, Amador Montenegro (1864 - 1932)






-> Versión en castelán

El acebo: Las hojas se usan como laxantes, y el fruto es una baya carnosa, de un vivo color rojo, de entre 7 y 10 mm de diámetro, y contiene cuatro semillas duras; son venenosos para el hombre, aunque los usan como purgantes o eméricos. El acebo también es bueno como diurético y contra la bronquitis, el reuma y la artritis. También se utilizó en el tratamiento de los catarros.

Según el Padre Sobreira, los curanderos utilizaban el acebo para curar el cólico de los caballos, dándoles pequeños golpes con una varita de acebo. Y a tal fin se vendían ya preparadas en las ferias de la Ascensión y del Apóstol en Santiago. Dicen que el remedio es tan eficaz que es suficiente con sólo tocarles en la piel para que el caballo se ponga a orinar al momento.


La fábula:


A un buen labrador que roturaba cierto campo para sembrarlo, le dijo el diablo, que lo contemplaba:

-¡Eh!, buen amigo, de lo que trabajas, cuando recojas, sin que me hagas favor, la mitad tienes que entregármela.

-
Pero, ¿con qué derecho tu me reclamas eso?- el labrador, que a los bueyes había parado, pregunta al diablo.

-La cosa es clara -le responde este- de cuanto abarcan del mundo los ojos, ¡tiende la mirada!, la mitad nadie puede negármela.

-Bien, pues - tomando de nuevo el habla el bueno labrador le dice: De las plantas lo que se esconde en la tierra esclava te daré, ¿estamos?

-¡Vaya, hombre, vaya! -riéndose el diablo, dice: No pensaba que tan de gilipollas tenía la cara. Mi buen amigo, eso es lo que guardas para ti.

-Pues sea, ya que te agrada- dijo el labrador con mucha calma.

Y en cuanto el diablo se pone de espaldas, siembra nabos. El fruto coge, dejando las hojas en el campo extendidas, por sí el de los cuernos quiere cogerlas.

Otra cosecha viene, y a la cobranza volvió el diablo, que mala cara poniendo, dice:
Ya no me engañas, como hiciste la vez pasada, con lo que se encierre en la tierra, ¡pagas!”

Y entonces el astuto labrador la trampa siguiendo, trigo en la tierra siembra, en el tiempo coge grano y también paja, dejando al diablo solo la raigambre.

Que, es de la astucia la fuerza tanta, que, bien lo veis, al diablo engaña.

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